Cuesta entenderlo, pero llega un punto que es tan evidente que lo entiendes.
Me escribieron para contarme una historia de amor, de esas donde todo comienza con fuegos artificiales, muchos colores y sonrisas todo el día.
Y es que todo inició como jamás se lo esperaban, había magia, habían planes, metas, sueños y un tanto de alegrías diarias. Las cosas marchaban bien, los días se hacían agradables y cada día el sentimiento aumentaba.
O bueno, aumentaba solo de un lado de la historia. Acá te sigo contando…
Una parte de la historia seguía viviendo en su sueño eterno, mientras que la otra, la otra poco a poco se iba perdiendo. Los meses siguieron pasando, las ganas poco a poco iban desapareciendo y lo que tanto dio felicidad y alegría en algún momento, ahora era monotonía.
Pasó mucho tiempo, los meses ahora fueron años y lo poco que quedaba, ya solo era historia, solo era un recuerdo. Por mucho que trató, por tanto que buscó la manera de salir corriendo, no podía, no lograba terminar de cerrar la historia y decir adiós. Nadie la obligaba, no era una relación donde debía quedarse sí o sí, simplemente un sentimiento le hacía hacerlo, un sentimiento que cuando es correspondido suele ser el más grande de todos, pero cuando no, suele hundirte insaciablemente.
Un día, cuando ya no tuvo mas esperanza, cuando no hubo mas señales de oxigeno, un día simplemente lo entendió.
Un día con mil años de baúl.
@dicejesus
PD: de esta historia habrá una letra especial en el libro "HISTORIAS QUE DEBO CONTAR".
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